En efecto, la culpa de que el descaro de los políticos a la hora de gastarse nuestro dinero sea cada vez mayor es absolutamente nuestra*. Lo cual, por alguna razón, ha traído a mi memoria los versos de Miguel Hernández en El rayo que no cesa:
Este rayo ni cesa ni se agota:
de mí mismo tomó su procedencia
y ejercita en mí mismo sus furores.
de mí mismo tomó su procedencia
y ejercita en mí mismo sus furores.
En este blog me limitaré a ir consignando ejemplos del uso que se da al dinero público, que los medios de comunicación nos ofrecen a diario. Con ello pretendo, en la insignificante medida de mis posibilidades, despertar a esa sociedad adormecida. Si provoco la indignación de algún lector, ya me daré por satisfecho.
No soy anarcocapitalista. Pero sí creo que la redistribución de la riqueza es una estafa. "Quitar a los ricos y dar a los pobres" es el mayor engaño que existe. Ni los que pagan son los verdaderamente ricos, que para eludir al fisco se pueden permitir contratar a los mejores abogados, ni los pobres salen beneficiados del expolio de las clases medias -las que realmente pagan el pato. Lo que beneficia a los pobres es que haya puestos de trabajo, precios bajos, libre iniciativa, un buen sistema educativo: Todo aquello que el Estado sabotea con sus impuestos y regulaciones, que desincentivan la inversión, dificultan muchos modos de ganarse la vida y degradan la calidad de la enseñanza en su obsesión por instrumentalizarla. El Estado nos sale carísimo, y desde siempre, los más perjudicados con ello son los pobres.
No me molesta que con mis impuestos se construyan hospitales, aunque desde luego creo que la iniciativa privada lo haría con mayor eficiencia. Lo que me parece inadmisible es que mi dinero sirva para financiar, por ejemplo, películas que no pienso ver o sindicatos a los que no me voy a afiliar (¡y cuyas huelgas encima sufriré!). Reclamo todo este dinero que los funcionarios nos quitan de más, todo lo que no sirve para hacer hospitales o pagar pensiones, sino para mantener a parásitos y vividores. Reclamo simplemente todo lo que nos roban.
_____
* "Y todo este daño, este infortunio, esta ruina os viene no de los enemigos, sino ciertamente del enemigo, y de aquel de cuya grandeza toda sois vosotros los autores." (Étienne de la Boétie, Discuso de la servidumbre voluntaria.)
No soy anarcocapitalista. Pero sí creo que la redistribución de la riqueza es una estafa. "Quitar a los ricos y dar a los pobres" es el mayor engaño que existe. Ni los que pagan son los verdaderamente ricos, que para eludir al fisco se pueden permitir contratar a los mejores abogados, ni los pobres salen beneficiados del expolio de las clases medias -las que realmente pagan el pato. Lo que beneficia a los pobres es que haya puestos de trabajo, precios bajos, libre iniciativa, un buen sistema educativo: Todo aquello que el Estado sabotea con sus impuestos y regulaciones, que desincentivan la inversión, dificultan muchos modos de ganarse la vida y degradan la calidad de la enseñanza en su obsesión por instrumentalizarla. El Estado nos sale carísimo, y desde siempre, los más perjudicados con ello son los pobres.
No me molesta que con mis impuestos se construyan hospitales, aunque desde luego creo que la iniciativa privada lo haría con mayor eficiencia. Lo que me parece inadmisible es que mi dinero sirva para financiar, por ejemplo, películas que no pienso ver o sindicatos a los que no me voy a afiliar (¡y cuyas huelgas encima sufriré!). Reclamo todo este dinero que los funcionarios nos quitan de más, todo lo que no sirve para hacer hospitales o pagar pensiones, sino para mantener a parásitos y vividores. Reclamo simplemente todo lo que nos roban.
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* "Y todo este daño, este infortunio, esta ruina os viene no de los enemigos, sino ciertamente del enemigo, y de aquel de cuya grandeza toda sois vosotros los autores." (Étienne de la Boétie, Discuso de la servidumbre voluntaria.)