El parlamento extremeño aprobó en 2007 una serie de onerosos privilegios para los ex presidentes de la comunidad. Hoy publica El Mundo en primera página que los extremeños han contribuido hasta ahora con 300.000 euros a la reforma del despacho privado del ex presidente Rodríguez Ibarra, que ejerce de profesor universitario. Al parecer, gran parte de este dispendio obedece a las excepcionales medidas de seguridad con las cuales se ha dotado el recinto, y al ex presidente le ha faltado tiempo para hacerse la víctima, insinuando que quienes critican este saqueo de las arcas públicas, quisieran verle muerto. Muy al estilo paranoico de Hugo Chávez.
Lo peor, con todo, es que los extremeños deban sufragar también los sueldos del gabinete del señor Ibarra, compuesto por un director, un asesor, un secretario y un chófer con coche oficial incluido. ¿Cuánto supone esto al año? ¿100.000 euros? ¿200.000? Claro, no pretenderán que atienda el teléfono su mujer, pregunta Ibarra. Al final, a la nomenklatura siempre le afloran las ínfulas aristocráticas.